jueves, 16 de abril de 2015

Un café, por favor

 2- Aceptación

Recuerdo haber entrado en el centro comercial de mi ciudad por dos motivos: el primero y más importante eran las ganas inmortales de encontrar un baño público. El segundo, la deshidratación.
 Una vez hube arreglado el primero, me dirigí hacia las máquinas expendedoras con la intención de comprarme una botella de agua para el camino. Afortunadamente, utilicé un poquito la razón y  así pude observar que me saldría más económica la compra si iba al supermercado de la planta baja.
Ese iba a ser el nuevo plan. Sin embargo, en el momento en que me giré para proseguir mi camino, mi vista se enfocó en ella.
Ella era... perfecta. Ni las palabras más bellas servirían para describir su encanto: su pelo era rubio y ondulado. Sus ojos, azules como el cielo, ni juntos ni separados. Sus labios, rojos como el carmín ,más carnosos que la manzana más pura.Su piel era blanca como la nieve, sin ninguna imperfección. Su nariz era pequeña y un poquito puntiaguda,sin resultar repulsiva. Más bien era... simpática. En aquel preciso momento llevaba puesta una camiseta de tirantes blanca.No puedo describirla por debajo del ombligo, ya que se hallaba detrás del mostrador de un bar, sirviendo bebidas.
Pude verle también las manos, aunque por poco tiempo, cuando levantó los brazos para agarrar una lata de cola de una estantería y se la ofreció a una mujer. Eran pequeñas,bastante, a decir verdad. Sus uñas estaban sin arreglar: algunas más largas que otras, sin pintar y semi rotas.
Esto, siendo sincera, me pareció bastante atractivo, ya que dejaba entender que no soñaba con ser una Barbie, si no que era una mujer con los pies en la tierra.
En cuanto cobró a la mujer, me acerqué, aunque al bar, pero no intencionadamente. Mis piernas se estaban moviendo sin que yo se lo ordenara, ya no era dueña de ellas,  éstas lo  eran de mí.
-¡Hola!¿Qué vas a tomar?- me preguntó con una dulce voz.
Estaba nerviosa.Nunca antes me había sentido así.Ni siquiera era capaz de pensar en una respuesta lógica. En vez de eso, exclamé:
_¡Tú!
_¿Yo?- preguntó curiosa a la par que sonriente. Tardé en entender lo estúpido que había sonado aquello.
_No, quiero decir que... esto... un café, por favor-Dicho esto comenzó a prepararlo.

Mientras permanecimos en lo que para mí fue un incómodo silencio.
_Ahí tienes- me lo ofreció al cabo de un rato. Yo le di las gracias y me senté en una silla para tomarlo. He de decir que no me entusiasmaba mucho el café, pero no se me había ocurrido nada mejor. Sin embargo, nada mas poner mis labios en aquel  manjar, exclamé:
_¡Esto está delicioso!
_¿Te gusta?- preguntó alegremente. - Pues ven cuando quieras y te preparo más.
Sonreí.Fue una sonrisa nerviosa, acompañada de un gritito histérico que daba muy mal que pensar. Digo esto último porque ella me lanzó una mirada incrédula y luego sonrió, como si estuviera hablando con una enferma mental.
Debido a mi penoso comportamiento abandoné el bar, después de darle el último sorbo al café.
Esa fue la primera vez que nos vimos realmente.Confieso que no me agrada el resultado. Pensaba que no querría saber nada más de mí. Sin embargo, la volví a ver. Fue en el mismo centro comercial, en el mismo bar, a la misma hora. Sentí como si nada hubiera ocurrido hasta ese momento. A lo mejor el destino  y el amor me estaban  dando una segunda oportunidad.Ojalá no lo hubieran hecho, entonces yo estaría sola, pero al menos no sufriría por amor.

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